miércoles, 14 de noviembre de 2007

La buena lengua vehicular que no vehicula

Obra de teatro del absurdo
Título: El vehículo que no vehicula.
Autor: Ionesco, el autor de RINOCERONTE.
Argumento:
Presentación. X va todos los días desde su casa al trabajo en un coche. El vehículo está estropeado y no avanza a más de diez kilómetros por hora. Es imposible arreglar el vehículo en dos años porque todos los talleres están saturados de trabajo.
Nudo. Una ley estatal le impide comprarse otro vehículo o montarse en el vehículo de un amigo. Por ello, angustiado por tanta fatalidad, un día tras otro se traslada en su coche a no más de 10 kilómetros por hora y llega tarde al trabajo.
Desenlace. Le despiden. Busca trabajo. Concierta una cita por teléfono con un encargado de personal de una empresa. Acude a la cita en su vehículo y llega, naturalmente, tarde. Resultado: no encuentra trabajo.

¿Creen ustedes que este tipo de situaciones sólo se le pueden ocurrir a un autor de teatro del absurdo y que no son posibles en la realidad? Pues están equivocados. Observen la siguiente situación real que se repite día tras día en comunidades autónomas con lengua propia.

Realidad absurda.
Título: La lengua vehicular que no vehicula. Lugar: Instituto de Educación Secundaria de Palma de Mallorca.
Autor: Conselleria d'Educació
Argumento.
Presentación. X es un argentino recién llegado a Palma de Mallorca, matriculado en tercer curso de la ESO en un Instituto público. Z es un español castellanoparlante recién llegado de Málaga a Palma de Mallorca, matriculado en tercer curso de la ESO en un Instituto público. W es un mallorquín castellanoparlante nada brillante, con dificultades de aprendizaje, matriculado en tercer curso de la ESO en un Instituto público. X, Z y W viajan a lomos del vehículo llamado lengua catalana, lengua vehicular de la enseñanza en Baleares, en sus diarios viajes a las áreas de conocimiento de matemáticas, de historia, de geografía, etc. Diariamente llegan tarde a estas áreas de conocimiento porque su vehículo (no entienden nada o entienden poco la lengua catalana) está estropeado. Los profesores no saben qué hacer para poder calificarlos, porque comprueban que siempre llegan tarde al conocimiento o no llegan. X, Z y W, y algún despistado profesor, insinúan que se cambie el vehículo estropeado (la lengua catalana) por otro (la lengua castellana), al menos durante un curso.
Nudo. Imposible, razonan los preocupados y responsables profesores, hay un axioma incuestionable, sancionado por ley de la Comunidad Autónoma: el vehículo es el catalán y si X, Z y W se montaran en otro vehículo nunca aprenderían a conducir el vehículo. Lo más importante de la enseñanza es el vehículo, no los contenidos a los que debe conducir el vehículo.
Desenlace: X, Z y W repiten curso. Al curso siguiente, el vehículo legal se domina un poco más, pero no lo suficiente. Resultado: pasan a cuarto curso por imperativo legal sin base académica. Al curso siguiente conducen el vehículo un poco más rápido: suspenden cuarto curso por carecer de base académica, por no tener conocimientos asimilados en matemáticas, historia, geografía. Desenlace final: abandonan los estudios.