lunes, 12 de marzo de 2007

12 marzo. Hablando se entiende la gente (cuando el siniestrita lo dice). Continuación del pensamiento del 15 de enero.

Los lunes del buen siniestrita, o cómo tener la conciencia limpia para toda la semana.


El buen siniestrita, que estudió literatura, además del oficio de zapatero, sabe que el burgués y la derecha han manipulado el lenguaje desde siempre. Por eso utiliza las palabras al revés que el diestrita, de la misma manera que el brazo izquierdo piensa al revés que el brazo derecho, lo cual es una verdad de Perogrullo para el buen siniestrita.
Si el diestrita afirma que dos acciones son contrarias, el buen siniestrita afirmará que son partes de una misma acción paradójica; por eso es posible afirmar que la “tregua con bombas” de ETA es una paradoja tan respetable como la “música callada” de los místicos o las “pistas aéreas” de la “navegación aérea”, y que por tanto hay que seguir negociando con los terroristas (Véase el pensamiento siniestrita del lunes 15 de enero)
Y si el diestrita afirma que dos acciones contrarias recíprocas son parte de un mismo proceso, el buen siniestrita dirá que no, que son contrarias y distintas. ¿No dice el diestrita que el brazo izquierdo es complementario del brazo derecho? Pues mentira, el buen siniestrita dirá que el brazo izquierdo piensa al revés que el brazo derecho. ¿No dice el burgués que comprar y vender son partes de una misma acción, que sin compra no hay venta y que sin venta no hay compra? Pues mentira, el buen siniestrita sabe que comprar y vender son acciones bien distintas y así debe quedar reflejado en la legislación. Considérense los siguientes casos:
Caso 1. El narcotraficante es malo malísimo y merece condena penal. El comprador es consumidor y no merece condena, incluso puede alcanzar el reconocimiento público.
Caso 2. El tabacotraficante paga impuestos y la Hacienda tiene todo el derecho del mundo de cobrarlos. El fumador es un ser malvado y por lo tanto se le ha de impedir fumar, ahora en los centros de trabajo, más tarde en su propia casa, luego en la calle.
Caso 3. El constructor ladrillero que invade la costa española merece la condena social. El comprador de una casa construida por el constructor ladrillero a dos metros del mar puede incluso ser ecologista.
Caso 4. El empresario que paga una comisión a un partido político es malo malísimo. El partido, sobre todo si es siniestrita, que cobra la comisión por permiso de obra puede ser bueno, buenísimo.
Caso 5. El constructor de coches y las empresas petrolíferas contaminan y deben pagar o ser condenadas. El conductor de un coche puede ser un perfecto y buen ecologista.

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