lunes, 19 de marzo de 2007

19 marzo. El ladrillomán.

Los lunes del buen siniestrita, o cómo tener la conciencia limpia para toda la semana.

Hay máximas que el buen siniestrita debe repetir en oración vespertina cada domingo, en su casa, después de haber pasado el día en la playa o en campo. Como ésta: “hay un pecador que, sólo, nada más que, única y exclusivamente, tiene toda la culpa de la destrucción del territorio: el ladrillomán, sea constructor o promotor”. “Hay un pecador que, sólo, nada más que, única y exclusivamente, tiene toda la culpa de la destrucción del territorio: el ladrillomán, sea constructor o promotor”.
Si repite devotamente esta oración varias veces, las tardes de cada domingo, se extenderá sobre el alma del buen siniestrita una beatífica calma; dormirá feliz y encarará el lunes y el resto de la semana con la sonrisa propia del que tiene la conciencia tranquila.
¿Qué casi todos los buenos siniestritas poseen una segunda residencia, incluso una primera residencia, en primera línea de playa o en una cala con acantilado o en un sistema dunar o en un barranco de interés medioambiental? Ninguna responsabilidad: la ha pagado con su dinero y cumplido con los impuestos.

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